jueves, 8 de noviembre de 2007

El pino de Santa Cristina



Recuerdo unos versos que me acompañaron mientras pintaba:

Mi corazón ama a un árbol más antiguo que el olivo, más poderoso que el roble, más verde que el naranjo. El árbol murió, quedó su esqueleto seco y, antes de caer definitivamente, quise guardarlo sobre una tela.




Dice el poema:
Hay en mi tierra un árbol que el corazón venera: de cedro es su ramaje, de césped su verdor; anida entre sus hojas perenne primavera, y arrastra los turbiones que azotan la ribera, añoso luchador.

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